La ruta del tráfico europeo de perros
Cada mes, entran en la región unos 2.000 canes desde Hungría, Eslovenia y Eslovaquia, con parvovirus, sin pedigrí y la cartilla falsificada
La
Fiscalía General de Medio Ambiente ha pedido toda la documentación
sobre una práctica cada vez más frecuente, pero desconocida. Según ha
podido saber ABC, la idea de su titular, Antonio Vercher, es investigar
el tráfico de animales, muy especialmente de perros, entre países del
Este de Europa y España. Los cálculos de las protectoras que trabajan codo con codo con
la Guardia Civil, como Justicia Animal, hablan de que unos 2.000 canes
entran de manera irregular en Madrid cada mes, en unas condiciones de lo
más miserable y sin la documentación exigida, cuando no falsificada.
El
pasado diciembre, el Seprona de la Guardia Civil de Madrid detectó el
último cargamento. El nivel de hacinamiento era mayúsculo: sólo en una
jaula contaron 50 animales. Agentes del Servicio de Protección de la
Naturaleza del Instituto Armado indican que la importación de animales
no es ilegal en sí. Otra cosa es el incumplimiento de la normativa
europea que lo regula. «A través de las asociaciones protectoras, que
denuncian, llevamos un seguimiento muy exhaustivo. Las condiciones del transporte de estos perros son lamentables», reseña un sargento del Seprona. Son animales que prácticamente se compran al extranjero a la carta.
Hungría,
Eslovaquia y Eslovenia son los tres principales países que se dedican a
criar las razas más demandadas en España. Hablamos de los populares
westies, yorkshires, carlinos, bulldogs franceses, bichones malteses,
labradores, spitzs alemanes, pinschers y chihuahuas. «En esos países,
tienen mucha más facilidad para la cría de animales de raza; la
normativa interna no es tan estricta como en España.
Los
propios denunciantes son muchas veces quienes han ido a la tienda en
cuestión y han pedido un yorkshire, por ejemplo. El dueño del comercio
llama a su proveedor en Europa del Este y le manda el perro. Eso no es
ilegal, pero sí que carezcan del documento que recoge el número y tipo
de animal que va en el cargamento, conocido como Traces, que carezcan
del certificado sanitario (obligatorio por la Unión Europea) y del
pasaporte sanitario».
El parvovirus mortal
La picaresca lleva a
estos traficantes de animales a destruir el pasaporte sanitario; luego,
borran el expediente y lo falsifican, con una nueva fecha y lugar de
nacimiento. Así, consiguen camuflar el hecho de que los cachorros con
los que se trafica no han pasado la cuarentena: cuando se destetan y es pronto aún para su vacunación,
pierden la inmunidad maternal y quedan expuestos a contagiarse de
cualquier enfermedad. Una de las más frecuentes y peligrosas es la
parvovirosis.
«Los
animales vienen sin vacunar y se mueren. Estamos investigando si a los
perrillos les meten algún tipo de sustancia para que estén “animados”
cuando los venden en las tiendas», nos explica el Seprona. Al día
siguiente, el comprador ve cómo el animal va perdiendo vigor, se pone
mustio, deja de comer, comienza con vómitos y diarreas, y, en muchos
casos, muere al tercer o cuarto día. Es algo muy frecuente.
Los
viajes desde Hungría, Eslovaquia y Eslovenia son penosos. Duran hasta
tres días, con los perros metidos en jaulas minúsculas y pegándose las
enfermedades. Se dan ocasiones, recuerdan desde Justicia Animal, en que los cargamentos son interceptados en la frontera francesa.
Al comprobar que les falta la documentación requerida, les impiden el
paso; pero los conductores, en vez de regresar a su país de origen,
vuelven a intentar colarse por otra zona fronteriza, hasta que lo
consiguen y acaban en España.
La
asociación protectora calcula que unos 8.000 perros al mes llegan así a
España, 2.000 de ellos a nuestra Comunidad. La principal responsable de
Justicia Animal, Matilde Cubillo, trabaja mano a mano con el Seprona en
la denuncia de quienes, ya en España, favorecen este tipo de prácticas.
Habla claro: «Hay una tienda que tenemos denunciada nosotros y el
Ayuntamiento de Pinto que recibe entre 100 y 150 perros cada semana. Su
dueño es un mafioso. Recibe los cargamentos en una nave industrial, y
luego los lleva al establecimiento».
Carlos Hidalgo.
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