Las fobias en la especie canina | |
D. Antonio Pozuelos J. de Cisneros | |
El
problema que origina para un dueño la fobia de su perro frente a un o
unos estímulos determinados, es uno de los mas graves con los que debe
convivir tanto él como el animal.
Hace pocos días
leía en una revista de divulgación canina que este problema tenía muy
fácil solución tanto si se cogía a tiempo como si se trataba de
corregir en un estadío vital avanzado del perro. Con el debido respeto
que me merece la autora del artículo, debo decir que difiero
sustancialmente en sus conclusiones. La fobia tiene mal diagnóstico y es
difícil, cuando no imposible, su tratamiento. Hace pocos meses trabajé
con un perro, destinado al deporte, que presentaba fobias
generalizadas hacia un amplio abanico de estímulos. Se pudieron paliar
algunas e incluso, erradicar otras pero, el consejo final que tuve que
dar al dueño, fue que no llevara al perro a determinadas pruebas o que
adquiriese otro para ellas.
Se puede definir la fobia como una respuesta de miedo excesiva y persistente frente a un estímulo determinado.
Puede ir acompañada de ansiedad por separación del dominante, conducta
destructiva, agresividad por miedo e incluso, autolesión. No podemos
afirmar que el componente racial sea determinante pero sí que el
genético, la experiencia previa o el índice de percepción individual
influyen de manera notable en la licitación de estas conductas
asociadas al miedo.
También y, en el
contexto de licitación, vemos perros que solo muestranfobia a ruidos
asociados con desastres naturales (relámpago, caída de rayo, truenos o
cohetes) y otros que lo hacen hasta en presencia de un estímulo
novedoso como la apertura brusca de un paraguas o la caída de un
objeto. Otra distinción importante es la ontológica, es decir, hay
animales que presentan estas conductas desde el periodo crítico de
socialización y otros que comienzan a licitarlas a los dos años o tres
años de vida.
Antes de analizar
los distintos tipos de fobias – imnatas o adquiridas- veamos el enfoque
etológico del problema para tratar de comprender su naturaleza.
Como sabemos, el
individuo más apto (en libertad) sería el que mejor evitara la
depredación, tuviese mas acceso a las fuentes de recurso y obtuviera
mas éxito reproductor. Nuestros perros, con solo un periodo de
domesticación de dieciseismil años, no pueden haber olvidado, en su
mensaje genético, que el desastre natural los afecta sobremanera en sus
factores de supervivencia. Tampoco el que una experiencia novedosa
puede ser la responsable de su extinción ya que no estarían capacitados
para resolverla. Tampoco habrán olvidado que una comunicación
agonistica intensa por parte de un dominante, puede ser un aviso de
muerte inmediata.
Realmente no debe
sorprendernos el que el 20% de nuestros perros domésticos sufran fobias
si tenemos en cuenta el enfoque anterior. Pero tampoco soluciona nada,
al dueño del perro, el que el concepto de fobia pueda ser asimilado a
una conducta adaptativa en su propia evolución. Veamos pues los dos
tipos de fobias y su forma de paliarlas o erradicarlas.
La fobia imnata puede ser considerada como una conducta heredada del carácter miedo.
Hará su aparición cuando el proceso de socialización esté tocando a su
fin y se manifestará frente a varios estímulos. Es la más peligrosa
por su capacidad de extrapolarse a otros estímulos posteriores que
aparecerán en la vida del animal. El perro que presente esta elevada
emocionalidad jamás será apto para pruebas deportivas y mucho menos
para ser adiestrado en defensa. En un futuro, puede ser responsable de
lesiones a personas o protagonista de conductas aberrantes. Por
supuesto, a tenor de su raza, puede ser utilizado como animal de
compañía pero siempre con las limitaciones propias del individuo. Por
otra parte, y debido a la condición de especie altricial del perro,
esta fobia puede ser controlada por medio de manipulaciones neonatales y
condicionamiento operante. Entre los adiestradores es muy normal
buscar el carácter temple -que no es más que la ausencia de
fobias - entre los cachorros de dos meses de una camada, para adoptar un
ejemplar de trabajo.
Cuando la fobia se
manifiesta en el periodo de madurez del animal y solo frente a un
determinado estímulo, debemos sospechar que el perro ha sufrido un
proceso de sensibilización. Si unimos, en el tiempo, un
estímulo aversivo (daño físico o frustración) con otro neutro (cohete)
el animal tenderá a licitar conductas de miedo o agresivas con la sola
presencia del neutro. La mayor parte de las veces, nosotros somos los
responsables de las sensibilizaciones de nuestros perros y otras pueden
ser personas ajenas a la familia las que pueden causar fobias con o
sin intención.
En Sevilla vi un
ejemplar de trabajo que licitaba conducta fóbica hacia su jaula sin
llegar a averiguar quien había sensibilizado al perro. El tratamiento
de esta clase de fobias se basa en el condicionamiento operante. Cuando
la habituación (proceso contrario a la sensibilización) se
prevé lenta, debemos recurrir a la administración de fármacos siendo en
estos casos, imprescindible la actuación conjunta del veterinario y el
especialista en conducta. Con los tranquilizantes conseguiremos que la
respuesta de miedo sea menos intensa y podremos utilizar la exposición
gradual al estímulo como base del tratamiento. Premiaremos cualquier
conducta de tranquilidad mientras aumentamos la exposición. El guía
debe permanecer tranquilo frente al estímulo y nunca recurrir al
castigo durante el tratamiento ya que, por muy aversivo que fuese este,
siempre lo será más el estímulo desencadenante. Si el animal en
tratamiento es un dominante, debemos apartarlo de los demás ya que, el
riesgo de que contagie al resto, es muy elevado. En el caso de que se
tratara de un subordinado, la presencia de dominantes que no reaccionen
al estímulo, será tremendamente beneficiosa pare el perro. Es
desaconsejable tratar de que el animal asocie el estímulo desencadenante
con la licitación condicionada de conductas instintivas. Me refiero, a
título de ejemplo, a darle salida al perro mordiendo cuando suena un
cohete. En este caso estaríamos potenciando su agresividad y
condicionándolo de forma errónea. Es mucho más beneficioso unir al
estímulo unas conductas lúdicas o de tranquilidad. En términos generales
debemos huir de asociar el desencadenante con estímulos de
supervivencia y/o reproducción.
Algunos autores
sugieren la posibilidad de que alguna causa orgánica y no genética o
aprendida, justifiquen alguna fobia del tipo imnata. La hiperacusia
podría ser una de ellas ya que para un perro que oye demasiado, la sola
presencia de un agente ruidoso podría ser desencadenante de miedo por
dolor.
De todas formas,
debemos pensar que el perro doméstico está en un proceso de selección
artificial que ya ha conseguido bajar su timideza umbrales muy bajos en
comparación con sus parientes en libertad. ¿Y las fobias?.
Conclusiones:
Las fobias pueden ser genéticas y solidarias al factor miedo o adquiridas por sensibilización.
Antes de diagnosticarlas es imprescindible descartar una causa orgánica.
Pueden presentarse frente a uno o varios estímulos.
Las adquiridas por proceso de sensibilización suelen aparecer frente a un solo estímulo.
El rango de percepción sensorial del indivíduo es un factor determinante de la intensidad de la fobia.
Tienen difícil solución y no deben ser tratadas por personas no formadas en comportamiento ni veterinaria.
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30 de abril de 2013
Las fobias en la especie canina
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