Cuando nuestra Kika se convierte en madre -estado supremo del animal- su imprinting
maternal gobernado por hormonas como la Oxitocina, obrará maravillas en
su capacidad docente hacia los nuevos "contenedores" de sus propios
genes. Es increíble la enseñanza que un buen observador puede obtener de
Kika cuando ella, amén de madre, se convierte en maestra de sus
cachorros, en formadora de hijos y profesora de la universidad de la
vida en la que estos tratan de navegar desde el momento de la rotura de
su cordón umbilical.
A estas alturas, ustedes saben muy
bien que todo lo que hace un animal está encaminado a optimizar su tasa
de aptitud y por ende, a trabajar para que el máximo número de sus genes
pasen a la generación siguiente. Pero… ¿Que pasaría si sus cachorros
muriesen si perpetuar esos genes en generaciones venideras? Pues
simplemente que Kika habría trabajado e invertido en un negocio ruinoso
en el que el padre Truco perdería también como progenitor y pareja. Si
sus hijos mueren no se perpetuarán en la especie.
Para llegar hasta aquí, hasta el
momento en el que Truco y Kika tienen su camada, tanto uno como otro han
tenido que sobrevivir, evitar que los depreden tanto otros animales
mayores cuando están en libertad o unos simples virus cuando son
domésticos, cortejar, copular, gestar y parir. ¡Una tremenda inversión!
Imagínense que ahora, por no criarlos adecuadamente, por no enseñarles a
vivir en un mundo hostil o por no enseñarles a obtener recurso, toda
esa inversión se pierde. Truco y Kika serían un desastre como individuos
de su especie.
Partimos de la base de que tanto
uno como otro son especimenes adaptados a la selección natural o
artificial en este caso. Ellos "saben" muy bien como tienen que
criarlos, sacarlos del nido y enseñarles a obtener recurso. El resto del
ciclo, si sus hijos son aptos, será un problema de ellos, no de Kika.
Pero hay un hándicap añadido a esta
necesidad de adaptación de nuestros cachorros y es que sus padres
podrían enseñarles todo lo que necesitan para sobrevivir en libertad
pero no para vivir al lado de Homo sapiens
y de su temible selección artificial. En eso, nosotros tenemos que
echar una mano a nuestra pareja para que la escuela sea completa y los
profesores de sus hijos, los mejores.
La manipulación neonatal, por
parte del criador, consiste en ampliar y completar las que la madre
otorga por sistema y dentro de los cuidados parentales,
independientemente de que pertenezca a especie doméstica.
Así mismo, se introducirán
otras y se ampliarán las que entendamos que contribuyen al desarrollo
intelectual del cachorro, las que beneficien a su sistema inmunológico y
las que estimulen su capacidad gregaria con nuestra especie.
Debo hacer hincapié en el concepto
de que Truco no participará casi nunca en ese otorgamiento de cuidados
parentales porque, como saben, el cambio de sistema de emparejamiento
desde la forma salvaje al perro doméstico, es decir, de monogamia a
poliginandria o promiscuidad moderada, no da certeza de paternidad al
macho por lo que este se inhibe de la cría de hijos que pueden no ser
suyos.
No me extenderé en explicarles las manipulaciones neonatales, en las que nosotros podemos intervenir, porque ya lo hice en un artículo anterior.
Solo les voy a indicar aquello que es absolutamente necesario en la
formación del cachorro para la convivencia ínter específica. Nosotros
debemos utilizar a nuestro favor todos aquellos conceptos que hayan sido
exitosos, comprobados y promulgados científicamente.
La jerarquización como factor de supervivenciaEn un artículo anterior que titulé: "La estrategia del burgués" veíamos como frente a un problema de lucha por competencia de jerarquías, los animales –incluidos los perros- utilizaban tres clases de estrategia: la del gavilán, la de la paloma y la del burgués.
Así, un perro gavilán siempre estará dispuesto a la pelea con cualquier congénere y casi siempre con el humano aunque sea su dueño. Disputará recurso y estatus y tratará de colocarse en el primer puesto del escalafón a costa de lo que sea. Sabemos que en libertad esta estrategia no sería adecuada porque el animal, a base de enfrentamientos, no conseguiría llegar a la edad adulta y que en domesticidad el perro sería una fuente de conflictos para su dueño.
La estrategia de la paloma consistiría en exhibirse a ver si cuela y si no, retirarse de la pelea. Tampoco sería beneficioso para cualquier animal que pretendiese mantener recurso, estatus o simplemente realizar una defensa de su territorio o dueño.
Sin embargo, la del burgués es la más apta y trata de que el perro se comporte como un gavilán cuando defiende a su progenie, territorio o dueño y como paloma cuando se trate de una pelea que no le aporta nada aún cuando la gane.
Pues bien, todos estos roles o estrategias se comienzan a jugar en el seno de la camada y entre los hermanos. Habrá entre los cachorros el que tienda a gavilán o el que adopte la estrategia paloma pero una buena jerarquización entre ellos, les enseñará a ser más burgueses que otra cosa. Decimos en España que siempre hay alguien más chulo que uno mismo y esa enseñanza, de no darse al perro, hará que el día de mañana no sepa medir sus fuerzas y trate de emplearlas sin medida incluso con nosotros mismos.
Estas mismas normas de respeto hacia la jerarquía si no nos la dan a los seres humanos, en el seno de nuestra familia, nos convertimos en seres indeseables, pendencieros y carentes del más mínimo respeto por los mayores. No olvidemos que nosotros, aunque pertenezcamos a la especie elegida, no podemos desprendernos de los fundamentos biológicos de nuestra conducta.
La jerarquización de la que hablamos se consigue en el seno de la camada mediante las contenciones y los juegos de guerra.
La contención activa y la pasiva
Más que castigo, el término contención nos lleva al concepto de impedir la conducta agresiva ya sea mediante una inmovilización o manipulación (activa) o impidiendo la conducta del perro mediante lenguaje corporal o alarde de fuerza y recurso (contención pasiva).
Cuando en consulta tratamos un
típico caso de agresividad competitiva comenzamos por establecer en los
dueños una línea de conducta, hacia su perro, basada en las contenciones
pasivas. Si esto no funciona pasamos a las activas. Supongamos que una
señora se queja de que su perro le gruñe cuando se acerca a él mientras
come. La primera recomendación, en este caso, sería la de retirarle
inmediatamente el plato de comida e incluso, el bebedero.
De esta forma le enseñamos quién es
el dueño del recurso pero, si se tratara de un cachorro el que gruñe le
recomendaríamos que lo pusiese boca arriba, sujeto por el pecho y no lo
soltara hasta que desapareciera la actitud ofensiva. Como es lógico, un
cachorro es menos peligroso y más manejable que un perro adulto y por
ello tratamos de evitar el enfrentamiento directo con este mediante
contenciones pasivas.
Una constante exhibición de nuestro poderío ante nuestro perro convence a Truco, desde pequeño y sin necesidad de enfrentamientos, de que nosotros somos líderes y además, líderes ínter específicos.
Las contenciones activas y pasivas deben ser ejercidas sobre nuestros cachorros desde el periodo de socialización y con una intensidad variable dependiente del grado de dominancia que presenten. Por supuesto, el factor racial es muy importante a la hora de graduar la intensidad de las contenciones. No necesitará, por tanto, la misma intensidad y frecuencia un cachorrón de Labrador que un echado para adelante Pastor alemán.
No obstante lo expuesto, a nuestro buen Truco no le vendrá mal el que usted le enseñe a no comer hasta que reciba la orden de hacerlo. Además de aumentar su educación conseguiremos un excelente control sobre uno de sus principales instintos; el de supervivencia y, más concretamente, sobre el secundario de obtención de recurso.
Una constante exhibición de nuestro poderío ante nuestro perro convence a Truco, desde pequeño y sin necesidad de enfrentamientos, de que nosotros somos líderes y además, líderes ínter específicos.
Las contenciones activas y pasivas deben ser ejercidas sobre nuestros cachorros desde el periodo de socialización y con una intensidad variable dependiente del grado de dominancia que presenten. Por supuesto, el factor racial es muy importante a la hora de graduar la intensidad de las contenciones. No necesitará, por tanto, la misma intensidad y frecuencia un cachorrón de Labrador que un echado para adelante Pastor alemán.
No obstante lo expuesto, a nuestro buen Truco no le vendrá mal el que usted le enseñe a no comer hasta que reciba la orden de hacerlo. Además de aumentar su educación conseguiremos un excelente control sobre uno de sus principales instintos; el de supervivencia y, más concretamente, sobre el secundario de obtención de recurso.
Los juegos de guerra son un
compendio de las enseñanzas específicas que cualquier animal necesita
para desarrollar aquellos instintos que le llevan a la solución de los
problemas de supervivencia.
Cuando digo "enseñanzas" no olvido el que la conducta es una interacción compleja entre genes y medioambiente,
es decir, nuestro Truco viene "preparado" genéticamente para hacerlo
pero sus hermanos, primos y familia deben ayudarle a depurar la técnica
que le permitirá sobrevivir tanto en un medio libre como doméstico.Es impresionante observar como entre los hermanos, y en el periodo de socialización, se entablan auténticas batallas para obtener ese juguete o esa golosina que nosotros intencionadamente introducimos en su parque. No es ni más ni menos que la expresión de una disputa por el recurso.
Cuando sin motivo aparente, dos cachorros se enganchan en una pelea larga y que siempre acaba con el abandono de uno de ellos, no tenga usted duda de que lo que se disputa es el estatus o rango social. En otras ocasiones, uno o varios cachorros salen disparados para cazar algún chisme que se mueve – o que nosotros hacemos que se mueva- y no paran hasta cazarlo y "rematarlo".
Fíjense en que están completando todas las secuencias de la conducta compleja de caza: deambulación, detección, persecución y rastro, apresamiento, "muerte" de la pieza, manipulación, ingesta, porteo y/o enterramiento.
Esta conducta es totalmente necesaria, pertenece a su bagaje filogenético y no somos quienes para reprimirla o anularla aunque en ello nos vaya una zapatilla o nuestro periódico favorito.
Algunas veces nuestro cachorro es
acometido por un adulto en el parque y sometido a un buen revolcón del
que sale chillando como una rata. Si completan la secuencia, y no se
asustan demasiado, verán como el joven guerrero derrotado no tarda en
hacer buenas migas con el abusador y acaba lamiéndole las comisuras de
la boca. ¡He entendido la lección!¡Ahora juega conmigo y trátame como a
un cachorro que pide comida a un buen cazador y valiente guerrero! Lo
normal es que el adulto "educador" abandone su agresividad, mediante
esta señal de apaciguamiento, y olvide las pretensiones del potencial
guerrero.
Considero necesarias todas estas
lecciones en el desarrollo de nuestro Truco y, si me apuran, las
considero imprescindibles, tan imprescindibles como las que debería
recibir nuestro cachorro humano. Deberíamos enseñarle cual es su puesto
en el escalafón familiar, en la sociedad y en el mundo.
Quizás de esa forma, algunos de nuestros cachorros de Homo sapiens
no agredirían a sus compañeros, no ofenderían a sus profesores,
respetarían a sus padres y, sobre todo, trabajarían para obtener un
recurso necesario para su supervivencia en vez de tratar de obtenerlo
siempre de los padres o de la sopa boba. Todo este compendio de
enseñanzas es, ni más ni menos, que la jerarquización imprescindible en
cualquier especie, incluida la nuestra.
Entiendo, por otro lado, que eso de
jerarquización es una palabra políticamente incorrecta pero como
ustedes saben lo que pienso al respecto, les ruego que se la apliquen a
su cachorro de perro porque, respecto al de Homo, son ustedes muy libres.
Truco necesita de todas estas
enseñanzas, sus hijos también pero al ser este artículo de Etología,
solo puedo aconsejarles que proporcionen a Truco lo que la selección
artificial y las corrientes de moda le van quitando; su alma de especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario